Ya desde los créditos iniciales contemplamos dos espacios interminables: en
“All Is Lost” (J. C. Chandor, 2013), el mar reposa como una balsa de
aceite; en “Gravity” (Alfonso Cuarón, 2013), el planeta Tierra se mantiene
impasible en su posición dentro del Sistema Solar, mientras un grupo de
astronautas arreglan un satélite a miles de kilómetros de distancia. Estos
serán los enclaves para dos odiseas interconectadas por dos personas que
vivirán en sus propias carnes la soledad, las inclemencias del entorno y la
necesidad imperiosa por sobrevivir.
Por tanto, la clave para entender ambas películas es la lucha que emprenderán Robert Redford y Sandra Bullock por la supervivencia, pero mediante procedimientos diferentes. “Gravity” requiere de un lenguaje más poético y artificioso para narrar las acciones, mientras que “All Is Lost” sigue un desarrollo mucho más fluido y minimalista, que no se pierde en metáforas sobre la existencia humana sino en buscar una solución cuanto antes a todos los problemas que suceden. He ahí cuando hablamos del diálogo y en cómo influye el destino de los protagonistas, en apariencia, de una forma muy contradictoria. En “Gravity”, Sandra Bullock se lamenta en el espacio, intentando encontrar un modo de volver a casa, pero es incapaz de hacerlo por culpa de la claustrofobia que padece de pensar que está deambulando por medio de la nada. Por otro lado, si hablamos de un veterano en el mar como es “nuestro hombre” –así se le llama a Redford en “All is Lost”–, atendemos a un comportamiento mucho más pragmático, empeñado en dar solución a los contratiempos que sufre en alta mar, un claro síntoma de instinto de querer salvar su vida – escenas como la colisión del contenedor contra el velero y el momento cumbre de la tormenta muestra al espectador la intencionalidad de supervivencia–.
El lenguaje de las películas de ciencia ficción “made in Hollywood”
pretende buscar la salvación de los personajes en un momentos críticos y
sin respuestas, como es el caso evidente de “Marte” (Ridley Scott, 2015).
Cuarón quiere otorgar un final honorable a través del factor casualidad –el
reencuentro de los personajes de Bullock y George Clooney habla por sí
solo–, cosa que no ocurre en la cinta de Chandor: todas las oportunidades
de ponerse en contacto con sus colegas de navegación son inservibles
porque bien no funcionan –como la radio y los mapas empapados– o bien
no se hace ver en la inmensidad del océano –hablamos de la escena en la
que falla en llamar la atención de dos barcos usando bengalas–. “Gravity”
regala momentos de esperanza al espectador, asegurando la salvación de la
protagonista, caso contrario a “All is Lost”, donde el tiempo de “nuestro
hombre” se acaba y debe asimilar su derrota. La banda sonora ayuda a
intensificar las escenas de “Gravity”, con la fanfarria que lleva a la
protagonista al triunfo, mientras que en “All Is Lost” se integra la música
en los momentos de vulnerabilidad del navegante dejándose llevar por la
marea.
De esta manera, la gran diferencia del film se encuentra a la hora de tratar
el concepto de supervivencia. Por un lado, la conducta de Redford se
explica por sí misma, sin necesidad siquiera de palabras y luchando contra
las adversidades con perseverancia, mientras que Bullock aparece delirante
durante el metraje, asimilando antes de tiempo su muerte recordando su
pasado en voz alta, más concentrada en esta idea que en manejar una nave
con destino a casa. Pero también se nos presenta una de las grandes
similitudes entre ambas justo al inicio: desde el primer minuto nos desvelan
el final. Ya sabemos qué les va a pasar a los protagonistas, solo nos queda
emprender el viaje, ya sea en velero o en una nave espacial.