1.4.18

A veces se gana, a veces se pierde (Gravity vs. All is Lost)



Ya desde los créditos iniciales contemplamos dos espacios interminables: en “All Is Lost” (J. C. Chandor, 2013), el mar reposa como una balsa de aceite; en “Gravity” (Alfonso Cuarón, 2013), el planeta Tierra se mantiene impasible en su posición dentro del Sistema Solar, mientras un grupo de astronautas arreglan un satélite a miles de kilómetros de distancia. Estos serán los enclaves para dos odiseas interconectadas por dos personas que vivirán en sus propias carnes la soledad, las inclemencias del entorno y la necesidad imperiosa por sobrevivir. 

Por tanto, la clave para entender ambas películas es la lucha que emprenderán Robert Redford y Sandra Bullock por la supervivencia, pero mediante procedimientos diferentes. “Gravity” requiere de un lenguaje más poético y artificioso para narrar las acciones, mientras que “All Is Lost” sigue un desarrollo mucho más fluido y minimalista, que no se pierde en metáforas sobre la existencia humana sino en buscar una solución cuanto antes a todos los problemas que suceden. He ahí cuando hablamos del diálogo y en cómo influye el destino de los protagonistas, en apariencia, de una forma muy contradictoria. En “Gravity”, Sandra Bullock se lamenta en el espacio, intentando encontrar un modo de volver a casa, pero es incapaz de hacerlo por culpa de la claustrofobia que padece de pensar que está deambulando por medio de la nada. Por otro lado, si hablamos de un veterano en el mar como es “nuestro hombre” –así se le llama a Redford en “All is Lost”–, atendemos a un comportamiento mucho más pragmático, empeñado en dar solución a los contratiempos que sufre en alta mar, un claro síntoma de instinto de querer salvar su vida – escenas como la colisión del contenedor contra el velero y el momento cumbre de la tormenta muestra al espectador la intencionalidad de supervivencia–. 

El lenguaje de las películas de ciencia ficción “made in Hollywood” pretende buscar la salvación de los personajes en un momentos críticos y sin respuestas, como es el caso evidente de “Marte” (Ridley Scott, 2015). Cuarón quiere otorgar un final honorable a través del factor casualidad –el reencuentro de los personajes de Bullock y George Clooney habla por sí solo–, cosa que no ocurre en la cinta de Chandor: todas las oportunidades de ponerse en contacto con sus colegas de navegación son inservibles porque bien no funcionan –como la radio y los mapas empapados– o bien no se hace ver en la inmensidad del océano –hablamos de la escena en la que falla en llamar la atención de dos barcos usando bengalas–. “Gravity” regala momentos de esperanza al espectador, asegurando la salvación de la protagonista, caso contrario a “All is Lost”, donde el tiempo de “nuestro hombre” se acaba y debe asimilar su derrota. La banda sonora ayuda a intensificar las escenas de “Gravity”, con la fanfarria que lleva a la protagonista al triunfo, mientras que en “All Is Lost” se integra la música en los momentos de vulnerabilidad del navegante dejándose llevar por la marea. 

De esta manera, la gran diferencia del film se encuentra a la hora de tratar el concepto de supervivencia. Por un lado, la conducta de Redford se explica por sí misma, sin necesidad siquiera de palabras y luchando contra las adversidades con perseverancia, mientras que Bullock aparece delirante durante el metraje, asimilando antes de tiempo su muerte recordando su pasado en voz alta, más concentrada en esta idea que en manejar una nave con destino a casa. Pero también se nos presenta una de las grandes similitudes entre ambas justo al inicio: desde el primer minuto nos desvelan el final. Ya sabemos qué les va a pasar a los protagonistas, solo nos queda emprender el viaje, ya sea en velero o en una nave espacial.

26.2.17

Previsiones finales a los Óscars 2016: Spotlight, ganadora por muy poco



Ya ha amanecido en Los Ángeles. En el Teatro Dolby todo está preparado para recibir al elenco de estrellas que, un año más, han sido alabados por la crítica y que ahora aspiran a conseguir el premio cinematográfico más codiciado de la actualidad, el galardón del que todos hablan: el premio Óscar. Mide casi lo mismo que una regla y pesa casi cuatro kilos, no ha pasado por manos de Marilyn Monroe, tampoco de James Dean, ni siquiera de la Cerdita Peggy, que tan icónica ha sido en nuestras vidas. Y en estos instantes, los preparativos piden con ganas que alojen el lugar para disfrutar de un espectáculo. El de este año, bastante polémico. Numerosas críticas hacia la falta de oportunidades en el sector afroamericano (y su consiguiente lavado de cara al contratar actores de diversas etnias para presentar la ceremonia) han invadido la próspera velada, y mira qué irónica es la vida cuando el presentador, Kevin Hart, es negro. ¿Qué nos podemos esperar en su discurso de apertura? Ya os lo puedo avanzar: sarcasmo, crítica, y sin duda, veneno que no puede intercambiarse por la afilada hoja de una navaja.

Pero olvidemos los malos rollos, porque desde Vinilo y Celuloide venimos a hablar de nuestras predicciones. Por supuesto, tendremos en cuenta lo que ya está prácticamente zanjado, y cuál sería nuestra alternativa ideal. ¿Será la noche de la superviviente y aparentemente experimental película de Iñárritu, El Renacido? ¿O, como se intuyó desde el principio de los festivales cinematográficos, la historia de pederastia eclesiástica que monta Spotlight? ¿Puede Mad Max romper con el hito de película de acción, visceral y atópica que nunca ha conseguido llegar a la cabecilla del galardón? ¿O Será Marte, esa historia de supervivencia espacial la que consiga romper con el estereotipo y redimirse ante las derrotas de películas del tipo como Gravity o Apolo 13? A lo mejor, películas más convencionales se atreven a patear las opciones anteriores: La Gran Apuesta, de cómo la crisis y sus respectivos destinos tragicómicos con reminiscencia scorseseriana llega a ser tan atractiva, o puede que La Habitación, también entendida como la caverna contemporánea de Platón. ¿O volverán a escoger el clasismo reflejado en la nómada  historia de amor de Brooklyn o la guerra fría llevada a cabo en El Puente de los Espías? Solo hay un modo de saberlo: comenzando este análisis de categorías.